domingo, 28 de enero de 2007

Ventana a la utopía

En una casa perdida en lo alto de la montaña había una vieja ventana. Me acerqué y descrubrí que más allá de sus cristales las nubes ya no eran blancas, se habían vuelto multicolores; la luna salía de día y el sol brillaba en la noche. La aguja horaria del reloj avanzaba a velocidad de secundero, el minutero a velocidad de aguja horaria, y el secundero contaba días de 50 horas. África estaba en el norte, América se había dado la vuelta, Europa en el Polo sur y el caluroso caribe se instalaba en el Polo norte. Los pingüinos corrían por el desierto y los camellos hibernaban junto a los iglús de una tribu massai. Los seres humanos eran todos de color verde y se confundían entre el espeso follaje de bosques y selvas. Las balas de los cañones eran de chocolate y los uniformes militares eran disfraces de carnaval. La palabra hambre se perdió por desuso y el termino odio la acompañó al olvido.

Bonito paisaje se ve desde esa ventana, pequeñita y discreta... Fantástico mundo al revés que me hace pensar, si no será verdad que el auténtico mundo al revés es el que se encuentra bajo mis pies.